¿Tijeras de podar?
¿Qué pueden tener de interesantes un par de tijeras de podar?
Mi esposa se quejó de sus tijeras de podar - ya no cortan ni mantequilla - sentenció.
Eso significó que la tarea de rescate recaería bajo mi responsabilidad. Una de mis habilidades es, tener múltiples habilidades.
Me gusta armar y desarmar cosas, intentar arreglarlas y mantenerlas. Es una habilidad inculcada por mi padre. Se retiró prematuramente de la Fuerza Aérea y volcó su interés a cultivar habilidades como la carpintería. Venía de una familia con tradición de ebanistas aficionados y otros más serios. Crecí en un hogar que siempre tuvo un taller a la mano, pequeñas y no muy ordenadas áreas en las que mi padre fue juntando sus herramientas, madera, materiales y mucha dedicación. Yo me pasaba muchas horas jugando (y posiblemente malogrando) incontables pies de madera, litros de pegamento y toneladas de clavitos.
Crecí sin miedo ni prejuicio sobre el trabajo manual y honesto. Dar forma y crear artículos de madera me es tan placentero como cualquier otra actividad. Reparar la plomería, aparatos eléctricos, dar color a las paredes y hacer nuevas instalaciones me ahorra dinero y ocupa mi tiempo libre. Durante esta larga cuarentena no he tenido tiempo de aburrirme. He invertido muchísimas horas en ordenar, reparar, mantener y dar vida nueva a los vetustos artículos que toda casa va reuniendo. Soy un verdadero "mil oficios" en mi hogar.
Las tijereas de podar tienen una historia propia. Las conozco desde que soy niño y es muy raro que algún tipo de herramienta dure tanto tiempo (50 años? es posible). Pertenecían a mi padre y aunque no recuerdo que alguien las utilizara alguna vez, siempre estaban en algún lugar de la zona de lavandería, junto a los artículos de jardín.
Muchos años después mi padre se las obsequió a mi esposa quien tiene el divino don de hacer crecer y florecer a las plantas. Su reclamo se convirtió en mi inmediata tarea, por lo que procedí a desarmarlas (a diferencia de las herramientas de hoy que son prácticamente desechables) y a limpiar el óxido acumulado con los años. Con mucho cuidado y precisión lo pasé por la esmeriladora para devolverle el filo y su objetivo inicial, cortar ramitas pequeñas.
No ha quedado como nueva, pero recobró la utilidad de antaño para felicidad de mi esposa jardinera.

Mi esposa se quejó de sus tijeras de podar - ya no cortan ni mantequilla - sentenció.
Eso significó que la tarea de rescate recaería bajo mi responsabilidad. Una de mis habilidades es, tener múltiples habilidades.
Me gusta armar y desarmar cosas, intentar arreglarlas y mantenerlas. Es una habilidad inculcada por mi padre. Se retiró prematuramente de la Fuerza Aérea y volcó su interés a cultivar habilidades como la carpintería. Venía de una familia con tradición de ebanistas aficionados y otros más serios. Crecí en un hogar que siempre tuvo un taller a la mano, pequeñas y no muy ordenadas áreas en las que mi padre fue juntando sus herramientas, madera, materiales y mucha dedicación. Yo me pasaba muchas horas jugando (y posiblemente malogrando) incontables pies de madera, litros de pegamento y toneladas de clavitos.
Crecí sin miedo ni prejuicio sobre el trabajo manual y honesto. Dar forma y crear artículos de madera me es tan placentero como cualquier otra actividad. Reparar la plomería, aparatos eléctricos, dar color a las paredes y hacer nuevas instalaciones me ahorra dinero y ocupa mi tiempo libre. Durante esta larga cuarentena no he tenido tiempo de aburrirme. He invertido muchísimas horas en ordenar, reparar, mantener y dar vida nueva a los vetustos artículos que toda casa va reuniendo. Soy un verdadero "mil oficios" en mi hogar.
Las tijereas de podar tienen una historia propia. Las conozco desde que soy niño y es muy raro que algún tipo de herramienta dure tanto tiempo (50 años? es posible). Pertenecían a mi padre y aunque no recuerdo que alguien las utilizara alguna vez, siempre estaban en algún lugar de la zona de lavandería, junto a los artículos de jardín.
Muchos años después mi padre se las obsequió a mi esposa quien tiene el divino don de hacer crecer y florecer a las plantas. Su reclamo se convirtió en mi inmediata tarea, por lo que procedí a desarmarlas (a diferencia de las herramientas de hoy que son prácticamente desechables) y a limpiar el óxido acumulado con los años. Con mucho cuidado y precisión lo pasé por la esmeriladora para devolverle el filo y su objetivo inicial, cortar ramitas pequeñas.
No ha quedado como nueva, pero recobró la utilidad de antaño para felicidad de mi esposa jardinera.
Comentarios