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Mostrando las entradas de noviembre, 2020

LA MALDICIÓN DEL SERPENTIN DE PASAMAYO

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  LA MALDICIÓN DEL SERPENTIN DE PASAMAYO Autor: Julio Valdez Pomareda Se trata de la primera entrega del novel escritor Julio Valdez, que con ágil pluma nos regala una interesante y divertida obra, la que yo calificaría como una novela de acción. Uno de esos libros que se leen de un solo golpe y redondean bien su final. Para no adelantar la trama, solo mencionaré que el autor va presentando a los más variados y disímiles personajes entre periodistas, sacerdotes, chamanes, brujas y policías, que se ven envueltos en un imaginativo misterio que involucra a antiguas culturas del Perú, un particular accidente geográfico (Pasamayo), fuerzas sobrenaturales y el poder divino.   El relato empieza con un ritmo algo pausado y con cierto formalismo académico, pero conforme avanza la obra, la pluma imprime aceleración, aumentando el bien logrado suspenso hasta llegar a un sorpresivo y sobrenatural clímax. Es probable que el origen profesional de Julio Valdez le marque un estilo particular a s

¿Ciencia o Espiritualidad?

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  Deslizo el dedo entre los viejos libros. Siento el polvo y residuo de comején que suele aparecer entre dormidos volúmenes. Al fin lo encuentro; es una de esas ediciones baratas de papel áspero y añejado por los años; “Ensayos”; el enigmático título ha descansado por varias décadas de desidia, pero hoy, un extraño impulso me anima a ojearlo. La compiladora es la extraordinaria poetisa Catalina Recavarren. Busco el índice; siete autoras completan esta selección denominada “Primer festival de Escritoras Peruanas” de 1959. Para mi gran sorpresa encontré el nombre de mi abuela ubicada en el segundo ensayo de esta selección, Graciela del Campo y Plata, su nombre real, Graciela del Campo Mercier, la madre de mi querida madre. No pude conocer mucho de ella debido a mi corta edad, pero a través de sus textos me reencuentro con la autora y abuela, largamente ida. Leo el ensayo rápidamente y descubro el germen de la conservación del planeta, la guerra y la preocupación por las futuras generac

GATO HEREJE

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  Tengo un gato.  El gato exige comida y agua muy temprano en la madrugada. Su infernal táctica consiste en encaramarse en lo alto de una vitrina que tengo cerca a la puerta de ingreso de mi dormitorio. Desde allí, golpea los cuadros de las fotografías cercanas, su favorito, la foto del Papa Juan Pablo II colgada de un precario marquito y cubierta con un vidrio.  ¡Bám! Juan Pablo se bambolea de un lado al otro golpeando contra la pared. Abro un ojo. Capturé aquella fotografía durante la última visita papal a Lima. Aun gozaba del privilegio del uniforme, lo cual me permitió colocarme en un buen lugar para tomar fotografías. Su santidad caminó entre la multitud muy cerca donde me encontraba disparando ráfagas en mi vieja Canon. ¡Bám! Abro el otro ojo. Juan Pablo sube lentamente la escalera del viejo DC-8 de la Fuerza Aérea. Allí lo espera el Ministro de Aeronáutica en lo que sería, posiblemente, una de sus últimas actividades como tal. Alan García ya habría unificado los 3 ministerios mi

BICENTENARIO CON AROMA DE MUJER

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La muger peruana, sea criolla, indígena ó mestiza, y cualquier que sea la clase social en que se encuentre, es casi siempre superior al peruano que vemos a su lado: capaz de todo genero virtudes, que con frecuencia lleva hasta la abnegación, se dedica sin descanso á mejorar y ennoblecer el moral del sexo fuerte (Tommaso Caivano, 1883).   Estas palabras fueron escritas hace 139 años por Tommaso Caivano, un acucioso italiano testigo de la derrota peruana durante la Guerra del Pacífico. Caivano profundiza en las circunstancias sociales de la Nación cuando fue sorprendida por una agresión que no supo responder. Pero este texto no busca revisar este capítulo de la historia, cuyas páginas quedaron atrás. Las citamos para rescatar la opinión de un observador que describió con admiración a la muger del Perú, enarbolando el sucinto estandarte de un feminismo en gestación. El movimiento feminista aparece desde el interior del “sexo débil”, triste frase que nuestros hijos ya no reconocen. La