Siempre al norte

Una brújula de plástico parecería ser un regalo humilde y hasta mezquino. Sin embargo, es uno de los regalos más útiles y hermosos que he recibido. El querido amigo que me lo regaló, lo trajo desde la Unión Soviética allá por los ochentas del siglo XX. Fue algún año de los años 90 cuando me lo entregó como regalo por mi natalicio, en una época que organizábamos muchos campamentos, actividad que siempre he disfrutado mucho.
Hoy en día utilizo mi brújula cada vez que hay oportunidad. El pequeño regalo amarillo sigue cumpliendo con su misión de señalar al norte con precisión.






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