LA ILUSIÓN MÁS CARA DEL MUNDO


"Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar".
Mark Twain

Con un promedio de 7 u 8 “cumbres” al año (eufemismo que describe cualquier reunión de presidentes) el presidente de un país que asista a todas, perderá al menos un mes al año de su valioso tiempo. Si a esto le sumamos los enormes gastos, las descomunales incomodidades y pérdidas de tiempo que producen en la ciudad-sede, cabría preguntarse ¿qué beneficios concretos derivan de dichas reuniones?

Las reuniones están salpicadas de vibrantes discursos e ingeniosas propuestas, para salvar al mundo y la humanidad. Al final, se firma con solemnidad un compromiso (ya existen decenas) que pasa al olvido con el primer sorbo de fino whisky. Las reuniones de presidentes y de representantes de gobierno nunca han producido un acuerdo que haya sido cumplido o que haya cambiado la vida de las personas en cuyo nombre se reunen.


Álvaro Uribe ha llamado alguna vez a estas reuniones “turismo presidencial” y “una pérdida de tiempo y dinero”. Su Némesis política, Hugo Chávez dijo que “mientras los presidentes andan de cumbre en cumbre, los pueblos andan de hueco en hueco”. Al menos están de acuerdo en esto.

Uno de los pocos efectos prácticos de las “cumbres” es de servir como punto de encuentro o acercamiento de presidentes en conflicto (como los anteriormente citados) o uno que otro acuerdo bilateral, que bien se podrían lograr de manera más económica.

Una actividad adicional a las “cumbres” son las reuniones de negocios de los empresarios e inversionistas internacionales. No son más que simples foros para lograr uno que otro negocio. Adornado de mensajes idealistas como “bienestar”, “desarrollo sostenible”, “protección del medio ambiente”, “inclusión social” y “lucha contra la pobreza”, los hombres de negocios emplean sus recursos e intelecto para lograr sus metas personales, muchas veces poco lícitas y sustentada en la “alta competitividad peruana” lograda gracias a una mano de obra barata y sin el pago de los incómodos beneficios sociales (solo falta considerarlos sobrecostos).

Aunque los organizadores afirmen lo contrario, la II cumbre empresarial de Lima no es la excepción a la regla. Los pobres, en cuyo nombre se reúnen, no están representados. Me imagino que los 500 dólares del costo de la entrada actúan como el primer filtro para impedir el ingreso de personas que puedan decir algo incómodo o “política y socialmente incorrecto” (es decir, la verdad). Ha llamado la atención la negativa por parte del comité organizador de entregar la información de la agenda a tratarse, a los medios de comunicación (14-5-08), negativa confirmada por el propio Vega Llona, miembro del comité. ¿Cuál es el secreto? Mejor sería llamar por su nombre a la reunión de negocios y no rodearla hipócritamente de frases eufemísticas.

Pero la “cumbre” debe de legitimarse. Para ello han contratado los servicios de empresas expertas en la manipulación de la opinión pública. Con mensajes apropiadamente diseñados intentan persuadirnos de la importancia de la “cumbre” y el como “cambiará nuestras vidas” y “que el Perú será por fin conocido por todos”. Estas verdades a medias son difundidos por los medios de comunicación “oficiales”, convertidos en reales y efectivas Armas-de-Desinformación-Masivas.

La impresionante y exagerada seguridad, el descomunal caos vehicular sumado al alocado arreglo de pistas (cortesía del presidente de la república), el sacrificio de no poder movernos, no trabajar, no estudiar y el gasto superfluo del tesoro público, son los aportes de una ciudadanía que mirará con esperanza y curiosidad el desplazamiento de los automóviles VIP. Será como observar extraños especímenes a través de los kilómetros de rejas negras que nos separan. Como dos especies distintas, los de “adentro” y los de “afuera”. Los miraremos mordisquear nuestra gastronomía, cultura y quien sabe, un poco de nuestra riqueza.

Pero nosotros estaremos fuera de esa jaula, soñando con que, la ilusión más cara del mundo cumpla lo prometido y mágicamente cambie nuestras vidas.

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