¿Por qué no se ha desarrollado nuestro país?

Se puede teorizar mucho a cerca de este planteamiento, pero lo simple es explicarlo en la separación del país en desposeídos y en los que poseen. El último proceso electoral nos arrojó una fotografía, mejor dicho, un daguerrotipo del inmenso atraso social en el que nos encontramos. Somos un país anticuado con esquemas mentales y sociales anticuados. Estereotipos que arrastramos desde mucho tiempo atrás. Esta característica es compartida por los países de la región, las viejas colonias de España. El investigador nicaragüense Karlos Navarro lo explica así, parafraseando a Murdo J. Macleod: “Murdo J. Macleod afirma en su libro Historia Socio-económica en la América Central Española, que en los siglo XVII y XVIII, durante la gran depresión económica, los españoles buscaban puestos burocráticos para ellos y sus familiares. Los cargos más comúnmente buscados eran los de alguacil, juez, alcalde mayor, etc. Los salarios en estos cargos eran bajísimos y lógicamente no eran suficientes para los gastos que requerían al llevar una vida holgada. Sin embargo estos cargos públicos proporcionaban al español, un pequeño salario, posición social y la oportunidad de acumular algún capital. Lo peculiar de estos cargos públicos era que duraban dos años y en este tiempo tenían que resolver el problema económico de toda su vida. Resultado: Corrupción, soborno, nepotismo y otras irregularidades contra la ley.”[1]

Es asombrosa la similitud del comportamiento con las burocracias actuales. Eso evidencia el poco desarrollo que hemos sufrido en materia de costumbres, de cultura, finalmente, de actitudes generales. La educación no ha constituido el vehículo de cambio social y cultural que debió ser: “Treinta años después de las reformas liberales el Dr. W. Cumberland en el informe -Nicaragua investigación económica y financiera- expresaba: "Por su población escasa, capital insuficiente, liderazgo ineficiente y una educación organizada conforme lineamiento clásico, con énfasis en la memorización y no en la compresión, son los elementos del atraso económico de Nicaragua".”[2]

Y siguen las similitudes. En el Perú se está hablando de una crisis de la educación, de una instrucción de esquemas coloniales, memorística y de poca utilidad práctica. Por otro lado, las elites políticas han demostrado una inefable ignorancia en como enfrentar la problemática nacional. En Uruguay, el profesor Bernardo Quagliotti de Bellis explica de esta manera la falta de realismo en la visión de la realidad: Mientras el efecto parece bastante fácil de notar, sus causas están sujetas a muchos debates y frecuentemente oportunismo ideológico. En términos generales, el “imperialismo” o la “dominación económica” por los países industrializados, son para la mayoría de los pueblos en graves dificultades, las causas demoníaca de la situación anteriormente planteada. Considero que el mal de los países latinoamericano, reside en seguir preocupándose por los “demonios históricos” -que los hubo- pero que en la actualidad, sea por la evolución de los tiempos, sea por el esquema de globalización internacional, el problema radica en conseguir mercados, Lamentablemente, con la excepción de Chile, Brasil, y, tímidamente Argentina y Uruguay, en el resto del continente continúa ejerciendo influencia la teoría de la dependencia ante Washington en sus respectivas políticas.”[3]

¿Acaso la teoría de la dominación ya no tiene cabida en el moderno análisis del desarrollo, o en este caso del subdesarrollo? Aún nos persigue el fantasma de la dominación hegemónica de los Estados Unidos, y más aun las pobres políticas de desarrollo que son aplicadas por las elites: “Muchos gobernantes y sus asesores, creen que América Latina puede ser sacada del lúgubre estado de subdesarrollo en que está viviendo: falta de trabajo, desnutrición, pérdida de los principales valores morales, aumento de la delincuencia, “reino” de la drogadicción, paraíso de la corrupción, etc. etc.; con “ esporádicas dosis” liberales de ayuda extranjera y modestos cambios de intercambio y comercio, por ese camino se encontraría la solución.”[4]

Finalmente, el resultado es tristemente familiar: políticos desprestigiados, instituciones sin poder, Estado sin representatividad: “El papel del político de nuestros tiempos y -fundamentalmente de este continente- es visto por sus pueblos con desconfianza. En términos generales, no representan un liderazgo constructivo y responsable, caracterizado por respecto a todas las clases sociales y las ideologías. En algunos países como en el Uruguay de hoy, no saben identificarse con toda la nación, considerada ésta como una comunidad consistente de toda nuestra escasa población.”[5]

¿Pero es que los políticos desean hacer las cosas mal? Posiblemente no, pero no tienen las herramientas mentales, culturales, para ver la realidad. Además que la clase política se ha convertido en justamente eso, una clase, una elite. Peor aún, si su deseo es el de intentar mantener sus privilegios entonces la mezcla se hace explosiva. Los políticos de turno, es decir el gobierno, manipulará al Estado en su beneficio. Entonces nos encontramos con una sociedad que no tiene oportunidades. El talento de las personas debe ser apoyado para que pueda florecer. Quien desea hacer empresa – primera oportunidad para salir de la pobreza – debe tener el conocimiento básico necesario para manejarla y la oportunidad de poder financiar su idea. Pero los mercados financieros atienden principalmente a la elite. ¿Por qué? Reuven Brenner profesor de la McGill University, en Montreal, explica en su interesante obra, “The Force of Finance, Triumph of the capital markets” la razón por la cual eso no ocurre: “La pregunta es obvia. ¿Por qué los países no han abierto sus mercados financieros para hacer que el talento nacional reciba apoyo de capital y rinda frutos? dice el autor, la respuesta es cínica. Porque tener mercados financieros abiertos dispersan el poder y eso es una amenaza a los privilegios de las elites.”[6]

Entonces nos enfrentamos a un conflicto de conveniencias. De actitudes, de estados mentales. Lawrence E. Harrison el libro El subdesarrollo está en la mente señala: "Lo que produce el desarrollo es nuestra capacidad parta imaginar, teorizar, conceptuar, experimentar, inventar, articular, organizar, administrar, resolver problemas y hacer cientos de otras cosas con nuestra mentes y manos que contribuyan al progreso del individuo y de la humanidad.” Mi creencia es que la sociedad que tenga más éxito en ayudar a su pueblo, a todo su pueblo, a poner en práctica su potencial creativo, es la sociedad que progresará más rápidamente".[7]

El investigador mexicano Eduardo García Gaspar define la realidad en base al pensamiento de Harrison: “¿Qué tipo de cultura existe en esos lugares donde no hay progreso ni bienestar? Según Harrison, entre esos países retrasados hay comunes denominadores. Las naciones que no han progresado tienen rasgos similares entre sí. En esos países los habitantes desconfían unos de otros. Allí el egoísmo es masivo y sus ciudadanos no tienen consideraciones por el resto. Dan, en esos lugares, una importancia desmesurada a la dignidad personal, hay mucha conciencia de la posición personal y se le da más atención al ser que al hacer. Son culturas machistas, que además desdeñan el trabajo manual. Hay apatía generalizada y las personas no respetan sus compromisos. Se cree en la influencia, en el engaño y en la trampa como secretos del éxito. En esos países la corrupción es generalizada, está formalizada y se acepta como algo normal. Impera allí la violación continua de la ley y de la moral por medio del soborno y del aprovechamiento indebido de puestos públicos y privados. Harrison menciona explícitamente la indebida lealtad de la gran familia y de los padrinos, por encima de la moral y la ley. No hay allí cultura cívica y las empresas son paternalistas y autocráticas con sus empleados. Es una cultura también de fatalismos, en la que cree que fuerzas ajenas al control de la persona dictan su vida sin que nada pueda hacerse en contra de esos caprichos del destino.[8]

¿Qué es lo que Harrison quiere decir? ¿En que se diferencia a otras teorías?
Lo interesante de la teoría de Harrison es que llega a la génesis de la vida humana, a su pensamiento, en donde todas las ideas, ilusiones, expectativas, prejuicios y complejos, nacen. Por desgracias, las teorías de Harrison, en Hispanoamérica son política y socialmente incorrectas. Por lo general no quieren ser escuchadas por la intelectualidad del hemisferio ya que la tildan de racista. Pero la teoría del subdesarrollo mental no explica el problema bajo ningún punto de vista fisiológico, explica la realidad en base a las actitudes de los pueblos como conjunto. El análisis ciertamente resulta incómodo y tira por tierra nuestra cómoda posición de víctimas del imperialismo y el esquema elitista de nuestras sociedades. Si deseamos un cambio, entonces debemos explorar en la oscuridad de nuestras actitudes y procurar cambiar aquellas que afectan nuestra capacidad de interactuar como sociedad moderna. Es la complejidad de nuestra existencia lo que nos hace humanos y seres superiores en la naturaleza, pero también dueños de nuestro propio destino y desarrollo.

[1] Karlos Navarro- Pagínas verdes. http://www.euram.com.ni/pverdes
[2] idem
[3] profesor Bernardo Quagliotti de Bellis. Revista on line Onda Digital Uruguay
[4] idem
[5] idem
[6] Reuven Brenner, The Force of Finance, Triumph of the capital markets, Texere, New York, 2002, ISBN 1-58799-130-6, Capítulo 1, Another American Century, pp. 9-31.
[7] Lawrence E. Harrison. El Subdesarrollo está en la Mente – El caso latinoamericano
[8] Eduardo García Gaspar. Contrapeso Info. 01 de Octubre de 1999

Comentarios

Ginna Ginny. dijo…
¿Podrías poner un link de donde sacastes el libro "El subdesarrollo está en la mente" para leerlo por favor? No puedo encontrarlo.

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