BICENTENARIO CON AROMA DE MUJER
La muger peruana, sea criolla, indígena ó mestiza, y cualquier que sea la clase social en que se encuentre, es casi siempre superior al peruano que vemos a su lado: capaz de todo genero virtudes, que con frecuencia lleva hasta la abnegación, se dedica sin descanso á mejorar y ennoblecer el moral del sexo fuerte (Tommaso Caivano, 1883).
Estas palabras fueron escritas hace
139 años por Tommaso Caivano, un acucioso italiano testigo de la derrota
peruana durante la Guerra del Pacífico. Caivano profundiza en las circunstancias
sociales de la Nación cuando fue sorprendida por una agresión que no supo
responder. Pero este texto no busca revisar este capítulo de la historia, cuyas
páginas quedaron atrás. Las citamos para rescatar la opinión de un observador
que describió con admiración a la muger del Perú, enarbolando el sucinto
estandarte de un feminismo en gestación. El movimiento feminista aparece desde
el interior del “sexo débil”, triste frase que nuestros hijos ya no reconocen.
La muger peruana lucha para abrirse paso en una sociedad que la violenta
y subestima. Ha transformado la sintaxis del discurso público logrando, parcialmente,
la largamente denegada igualdad. Recordemos a María Parado de Bellido, Flora
Tristán, Teresa Gonzales de Fanning, María Jesús Alvarado Rivera, María Reiche,
María Rostworowsky, María Elena Moyano y muchas otras que, con su ejemplo y
arrojo lucharon por diversas causas, pero también por la reivindicación de la
mujer desde sus particulares actividades.
La
República se ha añejado casi doscientos años, pero aún sigue siendo un licor rancio
con fuerte aroma a macho, con el resabe amargo de la violencia y maltrato femenino.
El derecho de la mujer es el derecho del hombre y viceversa. El derecho humano
es consustancial a ambos sexos sin importar la ideología, género, religión,
color de piel. La lucha de la mujer es un grito de todos, por todos, y para
todos.
Los
acontecimientos de noviembre de 2020 son parte de nuestra historia. Todos hemos
sido testigos de los hechos y en un futuro las plumas escribirán la épica
moderna de la mujer peruana. Multitudinarias protestas movilizaron al 13 % de
los peruanos, equivalente a unos tres millones de almas: el 91 % de los
peruanos rechazó la necedad legislativa. Las mujeres, de entre 18 y 23 años de
clase media, definieron el perfil medio de los peruanos que tomaron las calles.
En palabras del periodista Marco Sifuentes, “si Dios cogiera a uno de los
manifestantes que se dieron cita en plazas y calles del Perú, es muy probable
que hubiera cogido a una mujer”.
Tenemos el anhelo de
celebrar el Bicentenario de la Independencia con más libertad, más unidos, más
tolerantes. Faltan apenas ocho meses y el Bicentenario ya tiene un símbolo, un
rostro…: es el rostro de una hermosa, luchadora e inconformista joven que no se
acobardó ante el vil atropello a la Democracia. La mujer peruana nos ha devuelto
la esperanza.
En nuestro Bicentenario
los peruanos brindaremos con purísimo néctar, cultivado en nuestra tierra,
cosechado con nuestras manos, prensado con nuestro destino, destilado en
nuestra historia, un caro licor rojiblanco, impregnado… con aroma de mujer.
Iván Izquierdo Elliot
Ilustración 1: crédito Marco Simola
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