TESTIGO DE LA HISTORIA
La carrera militar es muy sacrificada, sin embargo, ofrece excepcionales oportunidades para conocer de cerca a la sociedad, al país y la historia, y algunas veces nos permite ser parte de la misma.
Luego del ascenso al poder de Alberto Fujimori y la derrota del novelista Mario Vargas Llosa, en lo que fue uno de esos extraños giros del destino y los designios de un electorado que solo observa, más no escucha; las fuerzas armadas, fieles al mandato constitucional deben investir al nuevo jefe del Poder Ejecutivo con el reconocimiento de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. A su turno y posteriormente, cada arma procede a otorgar su mayor condecoración al presidente de turno por... nada, solo por ser el presidente.
En aquella ocasión, y como añadir mayor pompa al asunto, fui escogido (entre nadie por que era el menos antiguo, es decir, el mas "trinche") para transportar con marcialidad, elegancia y prestancia -tres atributos bien representados- la hermosa condecoración José Quiñones para que sea colocada en el pecho del hierático Fujimori. La historia, y el amable periodismo gráfico capturaron el histórico momento, convirtiéndome no solo en testigo, sino en casi un tribuno observador de la histórica escena política.
Finalizado el acostumbrado besamanos, este desacomplejado trinche -es decir moi- cerró el desfile de estrellados generales para poder dar la mano al flamante presidente, y de paso obtener una fotografía que perennizó aquella ocasión. En fin, quien puede culpar a un chiquillo pretencioso. En aquellos tiempos aun no existía Odebrecht y no había nada que temer.
No me equivoqué en prever ese momento histórico. Alberto Fujimori pasará a la historia de todas maneras y de formas aun inesperadas. Los libros podrían afirmar que fue el presidente que lanzó al país hacia la economía moderna y de paso terminó con la estúpida revolución comunista de Abimael Guzmán. Otros libros dirán que destruyó la política y que fue un sátrapa y ladrón. Sin embargo, somos testigos de la calidad de la clase política peruana, evidencia que aporta mucho a la discusión.
Para mí ya no tiene mucha importancia. El trinche logró su objetivo. Dio la mano a uno de los personajes más importantes de los últimos 30 años y, de refilón, se coló en la historia gráfica del país.
Como diría el Chavo: fue sin querer, queriendo...
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