RELACIONES CIVIL-MILITARES, UN CAMINO MINADO DE INCOMPRENSIONES
Porqué el desconocimiento de conceptos básicos distorsiona el diálogo político.
El coronel se pasea de un lado al otro del escenario. Los numerosos emblemas de bronce que lleva sobre el uniforme le brindan un aire de haber hecho muchas cosas importantes. El despreocupado auditorio escucha su disertación acerca de la identidad nacional .
- … ¡La identidad nacional se basa en el orgullo de nuestro origen en el imperio de los incas!... – no es exactamente lo que la audiencia desea saber. El coronel continúa con la peculiar inflexión de voz que sobresalta a los desacostumbrados civiles.
- … ¡Somos una sola sociedad!... – exclama casi a gritos - … ¡Es el colmo que algunos deseen separar a la sociedad civil de la sociedad militar… esto es un acto imperdonable!- el coronel muestra su legítima indignación.
(Hecho real que dejaré en el anonimato para no herir susceptibilidades)El ministro de defensa responde a las preguntas del periodista .
- … mira Jaime [De Althaus], hay personas que intentan separar a la sociedad. No existe una sociedad civil, otra política y otra militar, ¡la sociedad es una sola!... – sentencia iracundo el ministro Rey.
(La HoraN, 24 setiembre 2009)
- … mira Jaime [De Althaus], hay personas que intentan separar a la sociedad. No existe una sociedad civil, otra política y otra militar, ¡la sociedad es una sola!... – sentencia iracundo el ministro Rey.
(La HoraN, 24 setiembre 2009)
¿Tienen razón las afirmaciones del coronel como las del ministro? Sí y no.
Son numerosas las veces en las que escucho este tipo de argumentos entre la milicia peruana y algunos funcionarios de gobierno. Este es un ejemplo de uno de los factores que impiden el correcto entendimiento entre la sociedad civil y las fuerzas armadas, la comunicación y el diálogo que a veces se encuentra minado por el prejuicio y la intolerancia.
En realidad, ambos personajes están malinterpretando el concepto aunque aciertan al afirmar que somos una sola sociedad, o al menos eso queremos ser (algunos sociólogos no estarían de acuerdo). El problema está en la forma en que interpretan la frase sociedad civil. Es natural que los oficiales de las fuerzas armadas se les dificulte reconocer el concepto de sociedad civil, el curriculum de la formación en las escuelas militares no incluyen cursos de teoría política. La preparación militar está orientada hacia la tecnología, la historia y a ciertos aspectos de las humanidades, como en el caso de los oficiales de inteligencia. Es por esto que se ha producido una corriente interpretativa del concepto sociedad civil basado en el reduccionismo lingüístico de lo militar contrastado por su antónimo: civiles. De allí que se acusa a las ONG de pretender “separar” a los militares de la sociedad, estorbar su labor, acusaciones acompañadas de epítetos de todo calibre. El discurso se ha profundizado tanto que el propio vicepresidente y el ministro repiten la misma letanía. La coincidencia con las amenazas al Dr. Salomón Lerner, el más notable ejemplo de servicio ciudadano desde la “sociedad civil”, convierte las malas interpretaciones en un grave problema (y peligro) al que se le debe poner fin.
Es cierto que las ONG pertenecen a la sociedad civil, pero primero debemos entender que significa sociedad civil y cuáles son las instituciones que pertenecen a la categoría, cosa que traerá más de una sorpresa.
La sociedad civil como concepto general fue acuñado en el siglo XIV por Marsilio de Padua. En su obra “Defensor Pacis”, Marsilio coloca la primera piedra de los cimientos de la separación entre el poder del pueblo y el gobierno de la época, que a la sazón era disputado entre el Emperador y el Papa. Marsilio entendió que el pueblo (ciudadanía) debería jugar un rol más activo en su propio destino, además exigió que el Emperador ejerza su autoridad independiente del poder del Papa. Debido a sus revolucionarias ideas, Marsilio fue excomulgado y hostilizado (cualquier similitud con la realidad actual es mera coincidencia).
En realidad, ambos personajes están malinterpretando el concepto aunque aciertan al afirmar que somos una sola sociedad, o al menos eso queremos ser (algunos sociólogos no estarían de acuerdo). El problema está en la forma en que interpretan la frase sociedad civil. Es natural que los oficiales de las fuerzas armadas se les dificulte reconocer el concepto de sociedad civil, el curriculum de la formación en las escuelas militares no incluyen cursos de teoría política. La preparación militar está orientada hacia la tecnología, la historia y a ciertos aspectos de las humanidades, como en el caso de los oficiales de inteligencia. Es por esto que se ha producido una corriente interpretativa del concepto sociedad civil basado en el reduccionismo lingüístico de lo militar contrastado por su antónimo: civiles. De allí que se acusa a las ONG de pretender “separar” a los militares de la sociedad, estorbar su labor, acusaciones acompañadas de epítetos de todo calibre. El discurso se ha profundizado tanto que el propio vicepresidente y el ministro repiten la misma letanía. La coincidencia con las amenazas al Dr. Salomón Lerner, el más notable ejemplo de servicio ciudadano desde la “sociedad civil”, convierte las malas interpretaciones en un grave problema (y peligro) al que se le debe poner fin.
Es cierto que las ONG pertenecen a la sociedad civil, pero primero debemos entender que significa sociedad civil y cuáles son las instituciones que pertenecen a la categoría, cosa que traerá más de una sorpresa.
La sociedad civil como concepto general fue acuñado en el siglo XIV por Marsilio de Padua. En su obra “Defensor Pacis”, Marsilio coloca la primera piedra de los cimientos de la separación entre el poder del pueblo y el gobierno de la época, que a la sazón era disputado entre el Emperador y el Papa. Marsilio entendió que el pueblo (ciudadanía) debería jugar un rol más activo en su propio destino, además exigió que el Emperador ejerza su autoridad independiente del poder del Papa. Debido a sus revolucionarias ideas, Marsilio fue excomulgado y hostilizado (cualquier similitud con la realidad actual es mera coincidencia).
A través de los siglos, el concepto fue tomando forma, aunque en realidad las luchas por los derechos ciudadanos forjaron el concepto tal como lo conocemos hoy. En resumen la sociedad civil son “todas aquellas instituciones que no pertenecen al Estado, a las estructuras del mercado o a las élites dirigentes” concepto enunciado por Hegel en el siglo XIX (Sohr 2008). ¿Cuáles son estas instituciones que no pertenecen al Estado? Lógicamente son las ONG, organismos no gubernamentales, definición muy genérica que oculta y distorsiona la realidad. Algunos son fundaciones, otros son institutos, organizaciones sin fines de lucro, sindicatos, gremios, asociaciones indígenas, etc. Lo que más puede sorprender a algunos es que también pertenecen a la sociedad civil, la iglesia a la que asiste el ministro Rey, la Asociación de Oficiales Generales y Almirantes (ADOGEN) a la que pertenece el vicepresidente, así como todas las asociaciones de oficiales y personal subalterno de las fuerzas armadas. En stricto sensu podrían ser denominadas ONG ya que son asociaciones privadas voluntarias que no pertenecen al Estado, si no a los miembros que la conforman, independiente de su condición de servicio activo o retiro. Son tan independientes del Estado que varias de ellas abogan por la mejora de las remuneraciones militares, justo reclamo que hasta el momento ha caído en saco roto.
De la misma forma, las organizaciones de derechos humanos abogan por los derechos de la ciudadanía ante el Estado. El reclamo por lo general implica a las instituciones militares que son el sector (del Estado) que ejerce el legítimo derecho al “monopolio del empleo de la violencia” (otro término político-jurídico que no es una peyorativa implicancia de violencia de los militares, pero que es mal interpretado). Las ONG de derechos humanos como elementos de la sociedad civil, es decir agrupaciones de ciudadanos organizados para tal fin, representan el reclamo ciudadano a limitar el empleo de la fuerza por parte del Estado. Es el necesario contrapeso político que protege a la sociedad de los excesos que podrían ocurrir durante los estados de excepción. Estas ONG suplen el rol de los casi inexistentes partidos políticos. El partido más organizado del Perú, el APRA hoy en día está en el poder y en control del Estado, por eso la crítica involucrará su gestión, así como el partido la ejerció cuando se hallaba en la oposición.
La clarificación de estos conceptos ayudarían a evitar el reduccionismo argumentativo en el enfrentamiento de los intereses ciudadanos versus la gestión del Estado. Como hemos visto este no es un fenómeno nuevo, es una tensión que se ha forjado durante siglos. El actual problema de la lucha contra la subversión se verá envuelto en las mismas tensiones. Las organizaciones ciudadanas, es decir los ciudadanos reunidos voluntariamente con un fin específico (en este caso las asociaciones pro-derechos humanos) reclamarán al Estado (FFAA) los excesos que algunos de sus miembros pudieran cometer durante las acciones armadas y no es responsabilidad de estas asociaciones reclamar al Estado por los derechos de los militares (Aunque siempre condenan la violencia y la muerte de los miembros de las fuerzas del orden). Las fuerzas armadas se hallan bajo la tutela del Estado quien debe velar por sus derechos y exigir el correcto cumplimiento de sus deberes.
El Estado, las fuerzas armadas y la sociedad civil deben comprender que los objetivos son los mismos, el enemigo es común y afecta los intereses de todos por igual. Para las fuerzas armadas lo importante es identificar al enemigo correctamente sin involucrar a ciudadanos inocentes. Asimismo, la sociedad civil debe comprender que la lucha en contra fuerzas irregulares se torna muy difícil debido a la mimetización de los subversivos con la población, cuya colaboración es crucial. Cualquier polarización de la crítica y el empleo de argumentación errónea solo favorecen a quienes desean destruir el estado de derecho y la endeble democracia que estamos construyendo.
Bibliografía:
- Sohr, Raúl. El Mundo y sus Guerras. Random House Mondari. Segunda Edición. Santiago 2008.
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