¿PETROGATE?
En el año 1972 un escándalo político inició la caída del Gobierno de Richard Nixon en los Estados Unidos. Un grupo de agentes de la CIA fue sorprendido instalando equipos de espionaje en la sede electoral del partido Demócrata de oposición. El caso fue llamado “El escándalo Watergate” o simplemente “Watergate”.
Salvando la distancia y las circunstancias, el escándalo en la asignación de lotes petroleros por parte de Perupetro a una empresa noruega, sigue siendo investigado y sus ramificaciones podrían implicar a más de un funcionario del actual Gobierno. Dada la precaria situación política y económica nacional, el escándalo podría convertirse en un “Petrogate” de consecuencias insospechadas, si es que la justicia peruana actúa con eficiencia e independencia.
EL DIFICIL PANORAMA MUNDIAL
La crisis financiera internacional no ha podido ser resuelta aún. El paquete de medidas de rescate diseñado por el Gobierno de los Estados Unidos no ha frenado el colapso de las mayores bolsas de valores del mundo, que esta semana iniciaron operaciones a la baja por segunda semana consecutiva.
La opinión de los expertos es cautelosa y es de esperarse, ya que ninguno de los preclaros analistas de Wall Street, ni del Perú, pudieron prever (o no lo quisieron ver) el desplome del sistema financiero. Esta crisis amenaza con extenderse y alcanzar eso que le denominan “economía real”, es decir, en donde los simples mortales luchamos por sobrevivir.
El modelo capitalista neo-liberal, ha permitido que las empresas financieras de los Estados Unidos negocien de manera descontrolada con las hipotecas, perjudicando a millones de norteamericanos desprevenidos. La razón, la simple codicia de los grandes capitalistas. Recién se está viendo la necesidad de regular el mercado ya que la famosa “mano invisible” – el modelo laissez-faire- solo ha favorecido a los dueños del capital - que si tiene bandera y en este caso es la estadounidense-. Lo triste es que ya se conocía esta característica del Capitalismo. Joseph Schumpeter, allá en 1942 escribió “la desintegración del Capitalismo se producirá por su propio éxito”. Aquellos que sean enormemente favorecidos por el éxito Capitalista, tratarán por todos los medios de mantener sus ganancias y privilegios. Pero el sistema actual no se desintegrará ya que como señala Gerald Friedman[1], que “el sistema Capitalista -o cualquier otro sistema social- solo podría ser desplazado por un sistema social opuesto apoyado por una clase económica emergente”. Lo que hoy no existe o no está lo suficientemente articulado.
La permisividad y poder que han logrado acumular las grandes corporaciones han determinado la política estadounidense de los últimos años, fenómeno que se replica en todos los países que han adoptado modelos similares. Los acuerdos comerciales facilitan la influencia de las corporaciones extranjeras en los asuntos políticos locales, debido a las normas favorables y la facilidad con la que pueden corromper a las autoridades. En muchos de los casos observados en el Perú, las comunidades que se han opuesto a la industria extractiva no han tenido el apoyo gubernamental para hacer efectivos sus reclamos. Todo lo contrario, han sido señaladas como “atrasadas” y “contrarias al desarrollo”, cuando su única intención ha sido la de exigir sus derechos ciudadanos. El epítome de este abandono gubernamental se sintetiza en la frase “el perro del hortelano”.
PERU: ACUMULACIÓN DE DINERO Y DE PROBLEMAS
El Gobierno actual ha enarbolado una bandera de optimismo y de futuro promisorio para los peruanos. Asimismo, el Presidente ha llegado a afirmar que la nación está preparada para afrontar la crisis actual. Pero la esperanza no es método y no existe evidencia de que esto pueda ser verdad. No es de extrañar entonces, que la popularidad del Presidente y su gabinete están bajando rápidamente.
Las reservas peruanas que ahora se cuentan en más de 35 mil millones, han sido acumuladas e inmovilizadas, cuando lo lógico habría sido destinar cierta parte de ellas para mejorar la casi inexistente y anticuada infraestructura nacional. Justamente las medidas que se deben tomar en una nación que desea salir del subdesarrollo son, mejorar la preparación de la población y hacerlos competitivos en el mundo del conocimiento. Mejorar la infraestructura vial, y de transportes. Abaratar costos portuarios y de aeropuertos, convirtiendo al país en un núcleo de industria y comercio y no solo en vendedores de piedras. Eso es aprovechar las bondades del Capitalismo y jugar con éxito. Pero el partido puede estar llegando a su fin, al menos por ahora, acompañado por una protesta social acumulada por varios años de promesas y optimismo vacío.
Lo que constituye un hecho es que los precios de los “commodities”, es decir la mayor parte de las materias primas de las cuales se nutre nuestra economía, ya comenzaron a bajar. Si la tendencia continúa se experimentará una disminución de ingresos por materia de canon, disminución de puestos de trabajo y de las famosas “inversiones extranjeras”. Si a esto se le suma la disminución de envío de remesas del extranjero – base de la economía de miles de familias peruanas- entonces el problema social será más agudo.
Estas inversiones extranjeras, que con amplia libertad e impunidad han firmado contratos con funcionarios del Gobierno, son las mismas que ahora se ven envueltas en el “Petrogate” peruano. Los contratos de licitación y explotación constituyen un secreto bien resguardado lejos de la opinión pública. Solo esporádicas denuncias de ciudadanos valientes como el ex ministro Carlos Herrera Descalzi, en relación al contrato de Camisea y el escandaloso destape que conmociona al actual Gobierno, nos acercan a una realidad velada al escrutinio ciudadano y democrático.
GOBIERNO ¿... AUNQUE LE QUEMEN EL PICO?
¿Este destape de corrupción será un hecho aislado o podría ser solo un ejemplo de mal praxis extendida en toda la administración pública? Para poder responder a esta interrogante habría que investigar todos y cada uno de los contratos de explotación que se han firmado en el país. Ya salieron voces preocupadas a pedir que no se haga eso, ya que “se ahuyentará a las inversiones”. ¿Por qué tanto miedo? ¿Hasta donde alcanzarían los escándalos? ¿Tenemos derecho los peruanos a revisar los contratos que están lesionando nuestros intereses y el de nuestros descendientes? Hay que tener siempre presente que el petróleo, el gas y los minerales no son eternos. Una vez extraídos no hay vuelta atrás.
Pero se va aclarando la verdadera intención de un Gobierno de “cambio responsable”.
Basta recordar el silencio cómplice con el contrato de LAP en el aeropuerto internacional, que ha sido valientemente denunciado por el periodista Herbert Mujica, actualmente acusado ante la justicia por los abogados de dicha empresa. La democracia sin libre opinión no funciona. Eso es lo que analistas independientes de los Estados Unidos llaman “corpocracia” (Democracia de las corporaciones o empresas. También podría denominarse “empresocracia”), la Democracia manejada desde las esferas del poder del dinero empresarial, capaz de comprar conciencias y contratos. En la misma línea hallamos a un ministro de vivienda “luchar” por los intereses de una empresa constructora que desea adquirir el aeródromo de Collique, patrimonio de los ciudadanos del Perú y por consiguiente intangible. O el poco claro aumento de costo de la Carretera Interoceánica, obra fundamental que camina a paso extremadamente lento. O las normas promulgadas por el Ejecutivo en el marco de la iniciativa legislativa otorgada por el Congreso, las cuales provocaron –por primera vez- la reacción organizada de las Comunidades Nativas. Este hecho sin precedentes, puso en evidencia la vulnerabilidad de un Estado debilitado y sin apoyo popular; evidencia que se repite en la protesta médica, apoyada por gran parte de la opinión pública, o la ola de movilizaciones y huelgas que se inician a partir de ésta semana. El futuro del Gobierno no es muy promisorio.
DOS AÑOS, NUEVE MESES
Es el tiempo restante que le queda al actual Gobierno en el poder.
Sintonizar con el pueblo peruano demandará más que las simples apariciones, ad nauseam, en el canal de TV del Estado o de torpes Operaciones Psicológicas (Conocidas como “psicosociales” en el argot periodístico) como la propaganda a favor de las empresas mineras. Alan García deberá comprender que su capacidad de convencimiento se viene devaluando rápidamente, ya que el discurso no está acompañado de hechos tangibles por la población. La adopción de un modelo presidencial al estilo de George Bush (nuevamente, salvando las enormes distancias), que favorece la inversión de mega empresas privadas extranjeras y les permite actuar con impunidad y corrupción, le está acarreando una serie de problemas de orden social que está en aumento y no se debe subestimar.
Asimismo, el Gobierno debe dar claras muestras de que gobierna a favor de los intereses nacionales, prohibiendo y haciendo públicos los cabildeos que pululan por Palacio y el Congreso. Irónicamente, la única norma para regular la inversión foránea iba a ser presentada por el congresista y Primer Vicepresidente, el Almirante Luis Giampietri, iniciativa duramente criticada y neutralizada por personajes asociados a capitales extranjeros.
El “Petrogate” puede ser una gran oportunidad para corregir los vicios heredados y los organizados durante la actual administración. Pero una acción ejemplar en este sentido, significará poner en manos de la justicia a muchos de los amigos y cercanos colaboradores. ¿Será capaz el Presidente de hacerlo?
El Petrogate y la crisis recién comienzan.
[1] Gerald Friedman, economics professor, University of Massachusetts. The End of American Capitalism? 5 Short Takes on Where the Financial Crisis Might Be Headed . Al Jazeera
Posted on October 7, 2008, Printed on October 7, 2008 http://www.alternet.org/story/101854/
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