DESFILE ESCOLAR

El desfile de Fiestas Patrias goza de una larga tradición en el Perú. Casi es la única ocasión de rendir homenaje a los símbolos patrios, entonar el hermoso himno que nos representa y realizar el ejercicio colectivo de identidad nacional.

El desfile es la metáfora de la nacionalidad, el sentirnos parte de un grupo heterogéneo pero unido. El Estandarte, símbolo de la patria encabeza el corso. Representa el ideal, el objetivo comunitario al que los habitantes de ésta hermosa tierra deben responder. Aquella bandera, cuyo saludo se ha convertido en sinónimo de banalidad para el espurio intelecto de los necios. A ella le siguen en disciplinada formación los marchantes, al marcial compás de la música que está presente y celebra el sentirnos hijos de la patria que nos vio nacer, que nos ve sufrir y que nos cobijará con su calor maternal al morir. La formación marcha al compás al rítmico latido de los bombos que inflama la sangre de los que aman al Perú. El desfile requiere esfuerzo al igual que la vida, al igual que la construcción de una patria grande. Las armas representan la defensa de la nación, porque sin patria no somos nada. Debemos defenderla. El escolar que empuña un fusil de madera comprende que algún día empuñará el real para defender su terruño como soldado. Quienes lucharán son quienes la sociedad menos favorece. Cambiarán su raído traje escolar por el humilde uniforme de la patria, elegante por el ideal que arrulla en el corazón del valiente.
Es el esfuerzo mancomunado y uniforme el que hace del desfile un éxito, al igual que los grandes proyectos de la nación o el del equipo deportivo. Sin trabajo colectivo nada se puede lograr. Esa unidad es la metáfora del desfile.

Los hijos de “los elegantes y perfumados” (Expresado por el Presidente Alan García Pérez al asumir el mando, 2006), de aquellos que gozan de los privilegios del poder y el dinero no tendrán ese honor. Sus casas en el extranjero los cobijarán mientras el peligro pasa. Son los privilegiados quienes quieren desaparecer el desfile, mancillar el uniforme que alguna vez atacó sus privilegios de ricos terratenientes. Pero ahora han ido más lejos. Abusando del inmenso poder de clase y amparados por organizaciones foráneas de dudosos objetivos, quieren quitar a los humildes jóvenes escolares su derecho a declarar su amor y su compromiso con la patria. Pierden horas de clase... es promover el militarismo, afirman, pero nunca hicieron una encuesta para conocer que piensan esos jóvenes a quienes han abandonado como clase dominante de la sociedad peruana actual.

El desfile debe ser voluntario, de acuerdo, pero no debemos dejar de promoverlo. En un país invadido por el individualismo salvaje, el Desfile Escolar será una de las pocas oportunidades en las que nuestros hijos hagan algo pensando en su país.

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