La Niebla de la Guerra
Marco mira hacia el tablero de instrumentos. Su esposa e hijos lo observan desde una foto. papá regresa, parecen decir. El ronroneo del motor mantiene la enorme hélice girando con cansada cadencia y su cuerpo meciéndose al ritmo de la máquina. Solo una delgada cúpula de plexiglass lo separa del viento que a doscientos kilómetros por hora corta la distancia. Abajo, Raúl Vera permanece pensativo. Lo sabe por que no lo ha escuchado desde hace rato por el interfono. Atrás Eric Días, intenta mantenerse ocupado preparando la ametralladora y revisando los sistemas. Hace pocos minutos estuvo en Ciro Alegría, en la sala de planeamiento, en aquellas dudas que asaltan antes de la misión, del nerviosismo y de la silenciosa despedida que me brindó antes de subir a su helicóptero de combate. Marco Schenone ya estaba muy lejos de eso. Ahora se concentraba en la misión. El ejército necesitaba del apoyo aéreo. En la privilegiada posición de Coangos, el ejército ecuatoriano dominaba las desde las altu...